Espero que este sea un tema con el que todos los padres nos sintamos de alguna forma identificados o si no me sentiré muy mal por ser el único pringado.
La verdad es que desde que tuvimos al primero el cine como tal desapareció de nuestras vidas.  No somos mucho de encasquetar a los niños con los abuelos o tíos si no es por causa de fuerza mayor así que no quedó otro remedio que dejar de ir a ver películas fuera de casa.
Al principio pensé que sólo sería algo momentáneo y en cuanto tuviese dos años podríamos volver a ir al cine, aunque fuese a ver películas más familiares.   Recuerdo que incluso llegamos a intentarlo llevándole a ver El Gato con Botas con dos años y cómo me tuve que salir del cine al poco de empezar porque se aburría y se ponía a chillar. Con esa primera experiencia traumática y el encadenamiento posterior de dos pequeñuelos más desapareció cualquier esperanza que tuviéramos de ir al cine antes de jubilarnos.
Afortunadamente, mientras vivíamos fuera de España, llegó Netflix a nuestras vidas y poco después descubrimos a su amigo iTunes.  Ahora todos los viernes vemos una peli en casa, con pizza y después palomitas. Espero que la industria cinematográfica no me denuncie por estos consejos, pero yo lo recomiendo mucho más que ir al cine.   El que está cansado se duerme, si alguno se cabrea nadie nos echa del cine y si hay suerte (no pasa muy a menudo) se duermen todos y podemos quitar Cómo entrenar a tu Dragón y pone...