En los 80, la infancia era mejor.
No es sólo porque sea mi generación, sino porque pienso que tuvimos muchas cosas increíbles en ella que ayudaron a que nuestras infancias fueran buenas (muy buenas, debería decir). El estado de ánimo de hoy nos invita a viajar al pasado para sentirnos como los niños que fuimos en los 80, cuando nacimos, y en los 90, cuando ya éramos esos niños que jugábamos hasta tarde en la calle, que nos rasgábamos las rodillas en el suelo de gravilla, que comíamos chocolate entre pan y pan, que veíamos a Miliki en la tele a la hora de “La merienda”, aquellos que vimos COPS (Comando Organizado de Policías Superiores, preparados para combatir el crimen en el mundo del mañana), jugábamos a la comba, teníamos una mano loca… los que fuimos a EGB. Seguramente todo esto esté recogido en “Yo Fui a EGB” (y sus secuelas), pero yo os voy a poner unas cuantas sinfonías de series que marcaron mi infancia.

El Sherlock Holmes de Miyazaki
El otro día comentaba con mi primo que puede que esta serie sea la que más haya macado mi infancia. Me encantaba, simplemente se resume en esas dos palabras: me encantaba. En los tiempos del vídeo Beta, mis abuelos tenían capítulos grabados , muchos capítulos. Cuando mi hermano y yo pasábamos el fin de semana con ellos o íbamos a comer entre semana, los veíamos sin parar.
Me gustaba todo: las tramas, los dibujos, la intro, el desastre de Lestrade, el doctor Watson, que fueran...