Hace unos días, cuando llegó la hora de hacer la cena y fui a sacar los ingredientes, me di cuenta de que no los tenía. Menuda novedad!

Quería hacer hamburguesa de salmón con verduras. Tenía las hamburguesas, pero ni una mísera verdura en casa. Ni un brócoli en la nevera, ni una zanahoria....abrí el congelador, buscando la salvación y descubrí horrorizada que no había ni una sola bolsa de las ansiadas verduras congeladas.

El mundo conspiraba en mi contra... y mis tripas rugían con furia. Pude haber cambiado el menú, pero es que me apetecía mucho comer verdura!!! De modo que decidí bajar al super de al lado de casa y comprar la primera verdura que me saltase a las manos!

Una vez allí, miré la hora y constate otra cosa: se estaba haciendo tarde, tenía mucha hambre y no tenía ningunas ganas de "cocinar". Me daba una pereza enorme meterme en la cocina!!!
Sí ya sé que las verduras se hierven y punto. No es precisamente alta cocina elaborada. Pero me estaba dando mucha pereza tener que hervir el agua, poner las verduras y que entre una cosa y otra se me fueran 20 minutos... Y si las hacía al vapor tres cuartos de lo mismo.

Empezaba a pensar que debería cambiar un poco el menú así que me encaminé a la nevera del super para coger una de esas bolsas de ensalada. Era una opción rápida y sana! Y entonces, cuando estaba frente a la nevera de las ensaladas, algo me llamó poderosamente la atención. Unas bolsas con verduras troceadas listas pa...