Esta humilde bitácora ha cumplido la friolera y nada despreciable edad de nueve años. Tenía que haber escrito esta entrada hace más un mes pero cuando las cosas se complican, se complican.

Y es que desde entonces he encadenado males propios varios (un ataque de alergia, una infección bucal, un herpes labial, una gastroenteritis y una gripe en plenas navidades que me ha tenido convaleciente casi dos semanas) y para colmo, salvo mi hijo mayor, han ido cayendo como moscas con la gastroenteritis mi hija, mi marido, yo misma y mi bebé, y con la gripe todos menos mi marido.

Sumamos eso a los imprevistos que surgen un día y otro, los eventos de final de trimestre, las vacaciones de navidad, mi padre ingresado en el hospital (le han dado el alta hoy mismo) con la consecuente falta de la abuela, y el resultado es darme cuenta de no tener un segundo para sentarme en el ordenador.
Me gustaría hacer review de estos nueve años como bloguera pero creo que os aburriría demasiado, al final acabaría diciendo lo mismo de siempre. Que en el fondo no es más que la pura verdad, por entonces no hubiera imaginado de ninguna de las maneras que aquellas palabras al aire llegaran hasta aquí.

Siento orgullo inmenso. Y no es que este espacio sea el mejor, ni el más potente, ni el más influyente. Pero es el mío. Ha crecido palabra a palabra, sentimiento a sentimiento, gracias a mi experiencia. Ha crecido conmigo pero lo más importante, ha crecido con mis hijos. Ha visto crecer y...