Lo tengo decidido, este va a ser mi año. Puede que sea que en breve cumplo 40 (madre mía... ¡cuarentona ya!) y que estoy en un momento de catarsis. En un momento de pasar de todo lo malo, de eliminar todo aquello que no me gusta de mi vida y empezar de nuevo. 
   No me quejo, soy feliz. Tengo una familia maravillosa y una vida cómoda, no nos falta nada. Pero el estrés... el maldito estrés... a ese quiero echarlo de mi vida. Y la mejor manera es sonriendo y siendo feliz (aunque el día esté gris y nada salga a derechas)
   En 2010 perdí el trabajo, justo antes de casarme. Al año ya tenía a C en brazos, así que ni embarazada ni con la niña tan pequeña me planteé buscar trabajo. Luego llegó P y dos niñas sí que te cambian la vida por completo y te la ponen patas arriba.    El año pasado ha sido duro para mi. He tenido muchos, demasiados, momentos de bajón, de llorar, de querer gritar, de sentir que no puedo llegar a todo. Y creo que este año me he dado por fin cuenta de algo: efectivamente no puedo llegar a todo. Es así de simple, y a la vez así de complicado. Llevar la casa medio decente, cuidar de dos niñas pequeñas, las compras, los recados, atender al perro y demás mascotas... Mi marido está todo el día trabajando, así que de lunes a viernes prácticamente el peso de todo recae sobre mi. Pero he decidido tomarme las cosas con más calma y dedicarme más tiempo a mi (porque yo lo valgo, como decía ...