Cuando Zipi y Zape eran bebés me apunté a un pack de clases de gimnasia postparto y masaje para bebés en un centro maternal de crianza natural. Fui con cierto miedo a que me miraran mal porque los preceptos de la "crianza con apego" (que no el apego, pues este término ya existía y tenía entidad propia antes de unirlo a la palabra crianza) no podían distar más de mi situación. Yo no daba pecho, no dormía con mis bebés que nacieron por cesárea en parto super intervenido y les ponía gustosa el chupete. Eso sí, siempre tenía un bebé en brazos o en la mochila (ergonómicaofcourse), no creía que llorar fuese un método para aprender nada y me obsesioné con el mundo ecológico, pero eso no es suficiente para cumplir todos los mandamientos de la crianza natural.
Para mi sorpresa nadie me miró mal cuando saqué un biberón,
ni me hicieron sentir menos por no haber parido. Me sentí respetada y acompañada. Y descubrí que

las mamás que dan el pecho tienen los mismos miedos e inseguridades que las que dan biberón, y de una u otra forma, atravesamos problemas similares. Y somos juzgadas y criticadas en la misma medida, porque siempre hay alguien al otro lado dispuesto a hacerte sentir inseguro, sea cual sea tu opción.
Aprendí mucho escuchando sus historias y desvelos y fue una experiencia muy positiva. Gimnasia hicimos poca, pero nos desahogamos a base de bien.

Cuando me quedé embarazada de Tamagochi tenía claro que le iba a dar el pecho. ...