Las mujeres que hemos pasado por esta fase tan sensible (y me vais a perdonar los hombres, pero voy a hablar desde mi experiencias y como soy mujer, no puedo hablar por vosotros. Sois libres de comentarme vuestro punto de vista) sabemos lo que es buscar en Internet en buscar de cierta información, sentirnos ansiosas (puede que desesperadas) y llegadas a cierto punto, ser capaces de hacer las cosas más absurdas para saber si estamos ovulando o embarazadas.

Yo pasé por esto hace ya muchos meses, pero hoy me ha venido a la memoria y no voy a decir de dónde saqué cierta información que pensé debía poner en práctica para quedarme embarazada, porque ya caí en el error de infravalorar ese “sitio” y acabé ofendiendo a una persona (que con una basta), que al final me enseñó mucho de un tema tan complejo como la infertilidad. En definitiva, a pesar de que intentemos mentalizarnos de que esto es una carrera más o menos larga, siempre acabamos muy centradas en contar días, hacer cálculos, esperar pacientemente y, o bien frustrarnos un mes más o bien celebrarlo. Al menos es como me sentí yo mes a mes hasta que a la quinta la probabilidad jugó de nuestra parte.
Primeros síntomas
Yo no tenía ni idea de qué se sentiría. Creía en los tópicos de nauseas, hambre, sueño o pechos hinchados (o lo que es lo mismo, tener las tetas que querías tener en el instituto). Después me di cuenta de que prácticamente eran los síntomas que tenía con cada regla.
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