Es un momento que siempre llega, ese momento en el que estamos dispuestos a tirarlo todo por la borda, decir hasta aquí hemos llegado, ya no puedo más. Como buenos opositores que somos debemos saber que el punto de inflexión llegará y tenemos que elaborar estrategias para saberlo afrontarlo y, además, salir fortalecidos.
La gota que colma el vaso puede ser cualquier cosa. Enterarnos de que el examen se retrasa, un cambio de última hora en el temario, una convocatoria que no llega, una competencia mucho mayor de lo esperado, o simplemente un cortocircuito mental que nos lleva a pensar que no vale la pena. Sea cual sea el motivo, debemos parar y pensar qué pasa y qué hacemos. No vamos a poder seguir adelante con el ánimo por los suelos, al menos no de forma efectiva. Recupera tu motivación intrínseca. Es fundamental, tienes que pensar aquello que en su momento te animó a estudiar esa oposición. Como explicaba en una entrada anterior, tiene que ser una motivación intrínseca, algo que te mueva de verdad ya que es la única forma de mantenerla en el tiempo. Intenta recuperar esas ganas iniciales, puede venir bien hacer una lista con los beneficios que obtendrás una vez lo consigas.
Encuentra el lado positivo. Si el examen se ha retrasado piensa que ahora tendrás más tiempo para prepararte, si se adelanta en ese caso todo acabará antes de lo esperado. Si ha cambiado la mitad del temario no es el fin de mundo ya que afecta a todos por igual. No todo es negro al ...