Intento ser una persona coherente entre lo que digo y lo que hago. Entre lo que pienso y cómo actúo. Y siempre he puesto de mi parte en todo lo que se refiere a aportar a un mundo más sostenible. En este sentido he intentado (siempre que he podido económica y logísticamente) consumir alimentos ecológicos, reciclar y reusar, no abuso del coche, educo a Darío en valores al respecto, especialmente hacia el consumo responsable que a mí me transmitieron familiarmente (no sé si por conciencia, o por economía, pero al fin y al cabo fueron valores que calaron). Intentamos no despilfarrar agua, ni energía y no tirar comida… pero me declaro abiertamente incoherente en lo que a ropa se refiere.

Y no es que tenga muchísima ropa. Pero lo admito. No la tengo por dinero, si pudiera comprar más (y almacenar más), la tendría. Y es algo que nunca he ocultado. Me gusta la ropa. Incluso he ido a clases de ?Diseño y confección en alta costura? (vamos, el corte y confección de toda la vida), y me gusta hacerme ropa, comprar ropa, intercambiar ropa, y en general la ropa. Por mi trabajo, siempre en el tercer sector, a lo largo de los años me he cruzado con numerosas y valiosísimas campañas que intentaban concienciar a la sociedad sobre la problemática de la producción masiva de ropa, como por ejemplo, la Campaña Ropa Limpia. Sé, porque nunca he mirado para otro lado, de las dramáticas condiciones laborales, por llamarle de una manera políticamente correcta a lo qu...