El olfato, igual que el oído y el resto de los sentidos está dotado de memoria. Así, igual que asociamos una determinada canción con un determinado momento de nuestra vida, igualmente podemos rememorar un lugar o una persona por su olor característico o fragancia.
Los perfumes son un poco como la ropa, te visten, te acompañan y forman un poco parte de ti misma aportándote con su presencia un toque de bienestar.
Ahora que se acercan las fiestas navideñas y empieza la carrera frenética por comprar los regalos de toda la familia, las colonias y los perfumes se convierten en una socorrida opción.

En mi ya no tan corta existencia no he encontrado todavía una fragancia con la cual identificarme 100% y a la que ser fiel, entre otras razones porque la mayoría de los perfumes que he tenido me los han regalado y otros los he vuelto a comprar o no dependiendo de mi solvencia económica del momento.  Pero a pesar de esta circunstancia sí puedo afirmar que me inclino más por las esencias afrutadas y frescas antes que por las dulzonas y cargantes. Si echo la vista atrás en el túnel del tiempo una de las primeras fragancias que me viene a la memoria olfativa es la colonia de litro de baño de Heno de Pravia que compraba mi madre y que es la colonia que me viene a la cabeza si evoco mi infancia. Ya en plena adolescencia yo también soy de las que tuvo su primera colonia ?chispas? allá por la edad de 14 años, después vendría Don Algodón, y alguna fragancia fresca juv...